3 may 2012

La primera llama


Había un día extraordinario en el que, con los primeros frescos, se encendía la humilde estufa de gas en las casas. Era un momento tenso porque nadie tenía la certeza de que aquel ingenio calefactor fuera a funcionar sin problemas. Pero era también prodigioso porque, si todo salía como era de esperar, la primera llama desprendería un olor confortable, de íntima satisfacción.

Quienes han tenido una estufa de gas de las antiguas, seguramente sabrán recordarlo. Era el olor del cambio de estación y el anuncio de un cierto recogimiento familiar. Y eso que lo que se quemaba era el polvo del verano.