26 mar 2015

Reciclar y reutilizar

Calma. Este rollo no va sobre “las tres erres”; vamos a centrarnos en las acciones que se mencionan en el título por si nos impelen a algo.

La primera, reciclar, implica convertir desechos en nuevos productos para poder ahorrar materiales y energía y no contaminar tanto. Eso supone poner en marcha un proceso de naturaleza industrial que se sitúa fuera de las posibilidades del ciudadano común. Pero como éste se halla sensibilizadísimo gracias a la tabarra de la propaganda, ¿qué puede hacer el pobre? Exactamente, usar adecuadamente los contenedores de colores y de este modo liberar a las mercantiles recicladoras de la parte más engorrosa del negocio: recolectar la materia prima.

Los alemanes están quitando el máximo posible de contenedores coloridos (nos los venderán a nosotros, casi seguro) para instalar máquinas que pagan, por ejemplo, unos cincuenta céntimos por envase de plástico o de vidrio. Ese dinero se ha cobrado al adquirir el producto pero supone un incentivo para su recuperación. El vidrio que no pasa por las máquinas, lo recogen las mercantiles recicladoras a la puerta de casa del contribuyente, donde espera metido en cajas.

Máquinas recuperadoras en un centro comercial de Leimen  (Alemania)
La segunda acción, la reutilización, supone volver a usar los potenciales desechos de forma diferente. Así, una botella de vino vacía puede contener otro tipo de líquido o bien transformarse en objeto decorativo. Eso está al alcance de cualquiera; transformar los bricks en macetas, también; transformarlos en paneles de aglomerado, ya no. 

Reciclar, no podemos pero reutilizar, sí. Del ciclo integral del reciclaje deben encargarse las mercantiles recicladoras sin hacer desprecio de la inteligencia del ciudadano. De reutilizar lo que se pueda, que pierdan cuidado que lo hemos hecho toda la vida.

24 mar 2015

Viajes en el tiempo

Hay lugares que aun no siendo Comala, nos deparan la posibilidad de movernos a través del tiempo porque nos brindan los agujeros adecuados para ello en cualquier calle. Basta concentrarse durante un instante en ellos y enseguida nos trasladan veinte o cuarenta años atrás. 

Unos de los elementos urbanos más eficaces para experimentar los retrocesos temporales son los azulejos de las fachadas de muchas casas de pueblo. Cualquiera puede comprobarlo pero tiene un riesgo: la melancolía. 

6 mar 2015

Frío

Algunos días, sin saber cómo ni por qué, íbamos al cine con los padres; de noche. No estaba lejos de casa pero la travesía, en la procelosa oscuridad invernal de las calles, era de órdago.

El final de la sesión nos exponía otra vez a los elementos. "Tápate bien la boca con la bufanda que fuera hace mucho frío y te puedes constipar".

Por el mismo camino, a casa; a dormir con muchas mantas.

2 mar 2015

Sofisticación

Quizá lo más fascinante de aquellos viajes que hacíamos a Andorra los pringaos que no podíamos comprar diamantes, hacer grandes depósitos bancarios o mercarnos un visón, era encontrar de repente cordilleras de cartones de tabaco de cualquier marca conocida o no, anaqueles llenos de toda suerte de licores con etiquetas tan fabulosas como desconocidas, por no hablar de las caprichosísimas formas de las botellas.

La vista quedaba saturada por ese mosaico abigarrado de ambrosías sin cuento. El lineal de la mantequilla en aquellos templos de la abundancia era tan exuberante que transcurrían horas mientras se contemplaba el barroquismo de tales exquisiteces. 

Pues qué decir de los quesos, lo mismo pero elevado a una potencia notable. Terminada la visión de la quesería, el visitante estaba rendido y dispuesto a comprar lo que fuera con tal de llevarse a casa un pedazo del empíreo en el que levitaba y, por lo común, siempre caían quesos de bola, mantequilla en lata, azúcar a sacos y las aspirinas, que eran mucho mejores que las de aquí.

Los guardias civiles de la frontera se doblaban de risa revisando los maleteros.