13 ago 2015

La máquina del tiempo

Conchita Bautista, como todos los cantantes de la era del vinilo –ese camelo mitificado que requería carísimos y complejos equipos reproductores para oír algo- debió ganar mucho dinero con la venta de sus discos, los bolos y las pocas películas en las que intervino; pero competía con grandes valores de la escena musical como Carmen Sevilla, Lola Flores o, la más jovencita, Rocío Jurado y por eso no era ni carne ni pescado. ¿Cantante ligera? ¿Tonadillera? Voz gutural, especializada en los grandes certámenes de la canción que durante los años 60 del siglo XX lo petaban. A una dictadura siniestra como la española, le interesaba proyectar buena imagen y en todos los fregados había alguien defendiendo los valores musicales patrios.


En fin, la recordamos aquí junto al gran Augusto Algueró que probablemente sea el compositor del ADN musical de una o dos generaciones de españoles (con Juan Carlos Calderón). Los dos son responsables de canciones imperecederas que forman parte de nuestro genoma cultural.

Hemos elegido “Será el amor”, interpretada por Conchita Bautista y compuesta por Algueró, para nuestro viaje en el tiempo porque es bonita y para desmentir a los bobos que, como Alfonso Ussía, sostienen que la compuso para la película “Torrente, el brazo tonto de la ley”.

[En marcha]

7 ago 2015

Amistades

Como las estalactitas, las amistades se forman tan lentamente que al pasar revista al tiempo del que datan, resulta imposible hacer precisiones. Teodoro Golfín y José Ido mantuvieron durante sus vidas una inquebrantable amistad que se forjó en Alcalá de Henares durante la primera mitad del siglo XIX.





Teodoro Golfín estudiaba medicina y todos los días a la misma hora pasaba por la puerta de una librería de viejo que atendía José Ido, escritor de folletines e hijo del dueño. En el instante muy breve de cruzarse el estudiante y el escritor, intercambiaban un “buenos días”. Eso fue así desde 1820 al otoño de 1823. Aquel jueves, Teodoro Golfín, tras el intercambio de “buenos días” con José Ido, hizo una pausa dramática y añadió: “parece que refresca”.