23 nov 2016

La modorra vespertina

Con la intención de pasar la tarde amodorrado, hizo acopio de cojines y también pescó una manta. El teléfono y las gafas, cerca. Cuando le pareció que estaba todo dispuesto, se marchó a mear con el fin de no tener la necesidad de cambiar de postura en mucho rato.


Cumplido que estuvo con el cuerpo, se acomodó y fue arropándose metódico hasta dar con la postura ideal. Puso la tele en marcha y buscó canales soporíferos; al momento dio con uno en el que estaban poniendo un documental sobre África. Un dato atrajo su atención: una voz decía que uno de cada dos africanos carece de energía eléctrica con la que hacer su vida más cómoda. Africanos hay a cholón, añadió la voz. El dato era muy interesante y le provocaba cierto disgusto pero la manta ya le daba el calorcito adecuado y se durmió. 

El televisor siguió a la suya con el documental que cuando terminó, sin solución de continuidad, dio paso a otro presentado por un insigne antropólogo británico con sombrero y pañuelo al cuello que iba acompañado por una actriz famosa en pantaloncete corto y camiseta bastante prieta. Iban primero en una avioneta y luego en un todoterreno japonés. Abrió los ojos un momento pero se giró al otro lado y siguió sesteando. En la pantalla, el doctor antropólogo se volvía tarumba explicando a su bella acompañante la gran maravilla que era encontrar una tribu como aquélla en la que las mujeres salen a buscar agua y hierbas comestibles recorriendo varios kilómetros y los hombres cazan monos y recolectan miel. Al rato abrió un ojo y la actriz y el sabio ya volaban hacia Londres en un avión comercial. 

La tele la emprendió con unos que desde su yate marcaban tiburones blancos y él siguió durmiendo durante casi todo el documental.

1 oct 2016

Dentro del profiláctico

Si se trata de un condón, dentro del profiláctico hay un pene pero muchas veces dentro del profiláctico hay una persona; como en el circo. Si los trapecistas trabajaban con red sentíamos la injusta tranquilidad de saber que nadie resultaría herido pero si el jefe de pista anunciaba un número sin red, la cosa adquiría mayor morbo y valor.

En la vida pasa lo mismo por la tendencia a creer que las grandes personas trabajan sin red aunque resulta que, por fortuna para ellas, están dentro del profiláctico sin que nadie se dé cuenta.

Alberto Oliveras con su premio Ondas
Es el caso de estos dos admirables personajes que seguramente recordaremos.

Teresa de Calcuta con su beatífica sonrisa
Alberto Oliveras fue un famosísimo periodista español que tuvo el ojo de realizar el programa radiofónico más recordado de todos los tiempos porque estuvo diecisiete años en antena. Ustedes son formidables se dedicaba a la caridad: inundaciones, enfermedades graves, miserias en general y colecta de fondos con los más nobles fines humanitarios. Gozaba el programa de una potente sintonía  que predisponía a los oyentes como la campana al perro de Pavlov. El programa arrasaba, naturalmente y vertía más y más prestigio sobre su director que vivía apaciblemente en París en un apartamento que perteneció a Modigliani. Así que el hombre, dentro de su profiláctico, no se manchaba con la mugre de una España casposísima y dictatorial.

Con la santa albanesa Teresa de Calcuta tenemos también un ejemplo parecido solo que de nivel galáctico. Esta santa mujer consagró su vida al sufrimiento ajeno como bendición para quien lo padece y para quien lo contempla. Cuanto más se alargaba la vida de sus moribundos en las peores circunstancias de atención médica y humanitaria, mayor gloria para Dios y para la propia santa que quizá sublimase alguna pulsión sepulta con obtención de un enorme placer místico. Esa vida en la que el sufrimiento extremo de los otros se mezclaba con el íntimo placer propio se tornó en enfermedad y la santa, lejos de tratarse en uno de sus inmundos hospitales voló a California para recibir el tratamiento más moderno y contrastado. Santa Teresa de Calcuta vivía en medio de un lodazal de miseria, dolor, padecimiento y muerte pero ella, como Oliveras, estaba dentro de su profiláctico.

22 jul 2016

El rictus admirado

Con la majestad que le es propia a los tronos colmados de luces en los que desfilan en procesión, cualquier jueves santo, las reinas de los cielos, el carrito de plástico con una enorme bolsa amarilla en la que la leyenda en rojo Clear hacía de mascarón de proa, se fue acercando pausadamente al campo de visión del público que esperaba paciente. Se vieron distintos pulverizadores conteniendo diversos líquidos verdes o azules; con pompa llegaron los frascos de lejía, plumeros o bayetas que protegían la amura y detrás, como si de la santabárbara se tratase, orgulloso se alzaba el palo de la fregona y más abajo el cubo con su ingenioso escurridor. Conducía esta máquina insigne, muy pagada de sí misma, Plácida Expedito que no miró sino al frente en todo momento.

Cuando divisó el portento que era el carrito de la limpieza, a Juliana Moreno se le iluminó la mirada. Sentada en un banco junto a dos personas más, esperaba a ser atendida por la asistente social cuando le llegase el turno y fue presa de un arrobo beatífico. Ahí va esa mujer envanecida de su henchido carro de la limpieza, con su uniforme impecable y mono. Y con su sueldo a fin de mes y sus pagas extraordinarias...

Quien estuvo atento, allí pudo ver el rictus admirado más acabado que se haya podido captar nunca.

20 jul 2016

Avistadores de ovnis

Mantenerse a flote en las turbias aguas de las crueles dictaduras timoratas era muy difícil, por eso los avistadores de ovnis, los fervorosos del misterio y toda la nómina de benditos orates ajenos a lo real eran los que mejor las sobrevivían y son, hoy también, los que mejor sobreviven al akelarre de los granujas que predican los más laudables principios hasta que llega la hora, ante el hipnótico fuego de los deseos, de ser actor de reparto; lo que supone ser mirado y aplaudido al mismo tiempo que se trinca en caliente la parte de la codicia. Llegado este trance, la vanidad del granuja arrumba todos sus afinados trinos, muestra la punta de su vasta ruindad y causa al público una enorme repulsa. El avistador de ovnis, por su parte, medita intrincados misterios, trenza explicaciones extravagantes y nunca ceja en un empeño quimérico y febril que mueve a la ternura.

El avistador de ovnis vive su descabellado proyecto porque le permite ser feliz al mismo tiempo que su pasar es discreto, siempre pulcro y ajustado a una aceptable rutina. Desvía así el avistador de ovnis las sospechas que pudieran colgarle un marbete indeseable; es astuto pues, pero la cualidad principal del avistador de ovnis es su comprensión agudísima del alma humana, cosa que le permite calar al granuja muy pronto y dedicar con calma todos los recursos de su caletre a determinar si aquella luz dudosa y resplandeciente procedía de Circinus o de Andrómeda.

30 mar 2016

Apellidos

Como cada verano, su familia se trasladó a Carcabrute donde habría de permanecer hasta la primera semana de septiembre.

De un año para otro el programa de actividades variaba muy poquito y tuvo la idea de hacer un recopilatorio de todos los apellidos de Carcabrute. La cosa no pintaba muy difícil porque, con solo 123 habitantes, terminaría pronto. Su padre habló con el alcalde y éste facilitó el acceso del chaval al padrón de habitantes y con unos cuadernetes de los que van con grapas tuvo organizados todos los apellidos de Carcabrute en tres días y le supo a poco.

Su padre habló con el señor cura y también pudo acceder a los libros parroquiales en los que se asentaban bautizos y defunciones y la colección creció.

Carcabrute era un remanso tan grande que solo la llegada de la prensa atrasada, por medio del señor León, el hombre de la furgoneta, animaba el curso de los ciclos solares. El chaval leía la prensa mientras su padre, que se dedicaba a finalizar piezas musicales a las que ponía los dos o tres últimos compases, ultimaba trabajos. Reparó en los apellidos que salpicaban los tabloides y el señor León tuvo que traer más cuadernos porque se quedó corto con la ampliación.

El inicio del curso escolar supuso un giro formidable y ambicioso para su colección de apellidos. Incluyó los de sus compañeros de clase, de curso... Habló con don Nicomedes, el director del colegio, y éste ponderó la colección como una gran obra recopilatoria de los apellidos de las Españas cosa que impulsó el crecimiento de la colección de una manera tremenda.

22 ene 2016

Bedford Falls

La ciudad ficticia de Bedford Falls, es el marco genial en el que la guapísima Donna Reed y el campechano James Stewart viven una aventura de cuento que se ha convertido en uno de los clásicos navideños de todos los tiempos. Tan adherida está la tierna "It's a wonderful life"al protocolo navideño que, para muchos, es muy difícil imaginar una navidad sin esta película.

Bedford Falls dispone de un alumbrado público escaso pero suplido por los resplandores que emiten los comercios, cines o salones de baile con hipnóticos neones y bombillas multicolores.

Si repasamos las escenas del film nos daremos cuenta de que casi todas suceden en interiores o de noche con una iluminación tan mortecina como la de mi pueblo durante las largas anochecidas de diciembre en las que no había ornato navideño. Las casas tenían su Belén; los comercios, unos espumillones tan brillantes como polvorientos y algunas bolas de vidrio que se quebraban con solo tocarlas. Así de triste era la cosa. Algunos niños, formando coro, pedían el aguinaldo a las puertas de los ultramarinos con las narices rojas y mocosas. Los días se iban en reuniones familiares, misa del gallo y bromas a cuenta de los santos inocentes.

Cada vez que, por navidad, reponen "Qué bello es vivir" y la oscuridad de Bedford Falls se cuela en la circunvolución cerebral de los recuerdos, emergen las noches aquellas en las que las preocupaciones eran pequeñas y parecía que todo iba a ir siempre bien; en las que hasta era posible que el año siguiente abriera la era del pantalón largo.