1 oct 2016

Dentro del profiláctico

Si se trata de un condón, dentro del profiláctico hay un pene pero muchas veces dentro del profiláctico hay una persona; como en el circo. Si los trapecistas trabajaban con red sentíamos la injusta tranquilidad de saber que nadie resultaría herido pero si el jefe de pista anunciaba un número sin red, la cosa adquiría mayor morbo y valor.

En la vida pasa lo mismo por la tendencia a creer que las grandes personas trabajan sin red aunque resulta que, por fortuna para ellas, están dentro del profiláctico sin que nadie se dé cuenta.

Alberto Oliveras con su premio Ondas
Es el caso de estos dos admirables personajes que seguramente recordaremos.

Teresa de Calcuta con su beatífica sonrisa
Alberto Oliveras fue un famosísimo periodista español que tuvo el ojo de realizar el programa radiofónico más recordado de todos los tiempos porque estuvo diecisiete años en antena. Ustedes son formidables se dedicaba a la caridad: inundaciones, enfermedades graves, miserias en general y colecta de fondos con los más nobles fines humanitarios. Gozaba el programa de una potente sintonía  que predisponía a los oyentes como la campana al perro de Pavlov. El programa arrasaba, naturalmente y vertía más y más prestigio sobre su director que vivía apaciblemente en París en un apartamento que perteneció a Modigliani. Así que el hombre, dentro de su profiláctico, no se manchaba con la mugre de una España casposísima y dictatorial.

Con la santa albanesa Teresa de Calcuta tenemos también un ejemplo parecido solo que de nivel galáctico. Esta santa mujer consagró su vida al sufrimiento ajeno como bendición para quien lo padece y para quien lo contempla. Cuanto más se alargaba la vida de sus moribundos en las peores circunstancias de atención médica y humanitaria, mayor gloria para Dios y para la propia santa que quizá sublimase alguna pulsión sepulta con obtención de un enorme placer místico. Esa vida en la que el sufrimiento extremo de los otros se mezclaba con el íntimo placer propio se tornó en enfermedad y la santa, lejos de tratarse en uno de sus inmundos hospitales voló a California para recibir el tratamiento más moderno y contrastado. Santa Teresa de Calcuta vivía en medio de un lodazal de miseria, dolor, padecimiento y muerte pero ella, como Oliveras, estaba dentro de su profiláctico.