A los estudiantes del bachillerato de los años 70 del siglo pasado, que tanto añoran los gobernantes neofranquistas, se nos presentaban muy pocas ventanas al mundo normal.
Quienes estudiamos el muy diplomático idioma francés, tuvimos ocasión de contemplar las láminas de vocabulario de los libros "Regardez! Ecoutez! Parlez!" (de la editorial Mangold) en las que aparecían casas estupendas que atribuíamos a los franceses en general. Allí podíamos ver e imaginar como mon cher ami Pierre, por ejemplo, después de ducharse, desayunaba a base de bien con zumo, tostadas, leche y cereales (!?) y se marchaba al colegio. ¡Qué civilización!
En la contemplación de aquellos gráficos evocadores se nos iban formando las ganas de ser "algo" en la vida y marcharnos de este infame país cuanto antes.
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