La producción de algunos insignes literatos patrios que calientan asientos en la Real Academia, muchas veces es de calidad dudosa. El sargento primero Pérez Reverte, por ejemplo, escribió una novela buena y después ya, con el rollo marcial y el
nometoquesloscojones, a vivir.
Podríamos mandar al fuego toda su obra cuando empezase a extinguirse la hoguera de Sánchez Dragó, pero vamos a ser tiquismiquis y sólo le quemaremos un libro: "El pintor de batallas". ¿Para qué hay que leer ese plomo si se puede hacer un curso CCC de fotografía?
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