
Las
canciones, las ponían enteras para respetar a los artistas y al asombro de los radioyentes.
La madre de Catecúmeno Mirón, diligente ama de casa,
amenizaba sus tareas con la radio, dulce compañía. Solía hacer algún descansito
mirando hacia ninguna parte mientras radiaban alguna copla bonita; luego seguía
a lo suyo, suspiraba y muchas veces se arrancaba a cantar ella misma. Eso era la admiración de Catecúmeno Mirón. ¡Qué chorro de voz!
¡Qué limpio y entonado!
No hay comentarios:
Publicar un comentario