26 dic 2018

Lo menos treinta años


Cuando se encendió la luz, le dio al botón que abre la puertecita e introdujo un disco que, después de las advertencias contra la piratería, las amenazas, trailers y puñetas, liberó por fin las imágenes que exhibió la pantalla: Un hombre adulto con una enorme camiseta roja, sobrerillo, peluca y nariz postiza se dirige al público infantil para preguntarle en tono campanudo: "¿cómo están ustedes?" Entonces la cámara capta un plano de los niños contestando “bieeen” con enorme alborozo.

Cosme Cuitado, que aún tenía el mando del aparatillo en la mano, buscó un botón y paró la imagen. Habían pasado lo menos treinta años y acababa de reconocer a Mari Carmen Martínez Pomar con el uniforme del Sagrado Corazón y esa diadema fardona que llevaba a veces, contestándole al payaso que se encontraba bien. No daba crédito, era Mari Carmen. Se le hizo un nudo en la garganta y cuando acercó la imagen con el zoom megapíxel (que permite ver todo grande y claro) rompió a llorar como un idiota. Lo menos treinta años hacía de aquel final de curso.

Los alumnos del Calasanz siempre esperaban a las niñas del Sagrado Corazón ora para tirarles piedras, ora para hacerles desplantes pero ese final de curso Mari Carmen Martínez Pomar, no está esclarecido todavía el cómo ni el porqué, le dio un beso en los labios a Cosme Cuitado y para cuando reaccionó, ni Mari Carmen estaba ni él tampoco porque con su familia marchaba camino de Benicàssim donde pasaba el verano. Y hasta ahora.

Su hijo le lanzó un quéhacespapá que le devolvió a la realidad. Se excusó vagamente sin coordinar la frase y ahí quedó la cosa.