Los vocablos o locuciones son éstos: maridaje, familia desestructurada y egreso.
Comenzamos por maridaje que, de pronto, suscita dudas sobre la realidad de su pertenencia a la nómina de las palabras españolas; pero resulta que es correcta según nos dice la R.A.E. Pues bien, el uso de esta voz, que tanta grima y arcadas provoca en sí misma, nos situará como tranquilos entendidos en el mundo de la enología y la gastronomía [no confundir con gastrónica]. Cualquier conversación que verse sobre temas tan imprescindibles para el hombre de hoy debe incluir la palabra maridaje a porrillo.
La siguiente es la locución familia desestructurada. Si quiere que se le tenga por versado sesudo en ciencias sociales, tendrá que introducir con displicencia esta expresión para hacer ver que sabe muy bien de lo que habla cuando se refiere a la chusmilla de la que se compadece. Así conseguirá un objetivo doble: dejar de ser un mierda y trasladar esta condición a otros.
Por último tenemos la sencilla palabra egreso que usaremos por sustitución. No diga jamás que ha tenido gastos; cámbiese a egresos y verá como, de forma casi instantánea, la cuadrilla que le rodea pensará en usted como en un grandísimo economista de la talla de don Cristóbal Montoro.