
Si aceptamos la iconografía que existe para ilustrar este hecho tan notable de filantropía y nos creemos al sensual Greco, San Martín de Tours era un miserable.
Aquí lo tenemos, a un tiro de piedra de su casa, vestido como un príncipe y a caballo. Y tiene el morrazo de darle al desdichado (que va desnudo como un San Sebastián asaetado) solamente la mitad de su capa. ¡Menudo santo cicatero!
Aunque al pobre, transido de agradecido fervor, se le ve contento.
Aunque al pobre, transido de agradecido fervor, se le ve contento.
No hay comentarios:
Publicar un comentario