En cuestión de etiquetas para el vino, aunque sea difícil de creer, nunca se consigue el completo asombro porque siempre hay algún hortera capaz de diseñar la mayor mierda para que pase por etiqueta.
Vamos a ver dos calamidades impresentables que doña Consuelo Císcar hubiera comprado para su IVAM sin pestañear.
La primera nos la ofrece la bodega El Plano del Águila, de Segorbe. Se trata de un dibujete que como trabajo de plástica en la ESO tiene su mérito pero, como etiqueta, invita a huir y no probar jamás lo que va dentro de la botella.
La otra cima del despropósito y el mal gusto nos la brinda Bodegas Antonio Arráez, de Fontanars dels Alforins. Esa bodega tiene dos líneas de etiquetas que compiten entre ellas en horror y que repelen a cualquier persona con las facultades intelectivas y volitivas en perfecto estado de policía.
Excel·lent observacions desprès d'una nit en el tango-bar
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