Cuando en las películas que nos reiteran por televisión aparece un cocinero, o alguno que se las da de tal, es muy corriente oírle frases como “¡fuera de mi cocina!” o “en mi cocina, de ninguna manera!” y eso aunque trabajen para otro.
Se conoce que cuando se hacen cocineros ya se creen Bocuse y hacen de su lugar de trabajo una parte de su ego. Imaginemos ésto: "en mi negociado de cementerios, de ninguna manera!", "¡fuera de mi andamio!", en fin...
Éstos se piensan que están ofreciendo la licuación de la sangre de San Pantaleón y luego sacan de su cocina un entrecot con compaña de maíz de bote. ¡Menos gafas de diseño y a dar de comer bien!
Esta gente, no son de fiar. Te hacen un chivito y te lo venden como ciencia aeroespacial .
Y eso que estos cocineros de química orgánica más que de preparadores de comidas caseras todavía no han descubierto las magníficas sardinas Miau en aceite de oliva.
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