Cuando saltó a los televisores, radios y tabloides la alarmante noticia de que el restaurante El Bulli cerraba durante dos años, una creciente preocupación ensombreció los corrillos bursátiles y los amplios despachos donde los codiciosos botarates se ocupan de las finanzas de los bancos y realizan cerriles informes sobre economía.
Esas benditas almas orates, perdían un sitio donde derrochar en el embuste de la alta cocina; pero para la gente del común, el que ese restaurante cierre o abra importa un pijo.
Importa si el Chato abrirá el figón el sábado o lo tendrá cerrado, el muy cabrón, como suele.
24 feb 2010
15 feb 2010
11 feb 2010
Escupitajos compactos
Bitartrato de potasio |
La taxonomía biológica obedece a criterios científicos y tiene por norte ordenar a los organismos en un sistema de clasificación compuesto por una jerarquía.
Los criterios, la verdad, resultan a veces un poquete caprichosos. Basta con acordarnos de don Ernst Kretschmer para comprender la cosa, pero es cierto que, al menos entre los varones, podemos distinguir entre los que pegan escupitajos compactos y de impulso firme y aquellos a los que les brota una triste aspersión o una babilla en caída libre por más que dispongan los labios de tal o cual manera y eyecten el salivazo con tesón.
No se trata solamente de escupir flemas que -por sí- son compactas, sino de escupir bien los salivazos. Ahí está la gran dicotomía entre hombres y también entre mujeres: el pegar el salivazo bien o pegarlo decepcionante.
Es casi seguro, aunque todavía no hay evidencias que lo confirmen, que los del salivazo noble y compacto tiran de cremor tártaro para ayudarse.
El cremor tártaro es en realidad bitartrato de potasio (ver molécula en la ilustración) y tiene mucho uso en cocina.
Los grandes cocineros pegan, pues, buenos salivazos. Otro motivo para recelar de ellos y, desde luego, insultarles a respetable distancia.
Los criterios, la verdad, resultan a veces un poquete caprichosos. Basta con acordarnos de don Ernst Kretschmer para comprender la cosa, pero es cierto que, al menos entre los varones, podemos distinguir entre los que pegan escupitajos compactos y de impulso firme y aquellos a los que les brota una triste aspersión o una babilla en caída libre por más que dispongan los labios de tal o cual manera y eyecten el salivazo con tesón.
No se trata solamente de escupir flemas que -por sí- son compactas, sino de escupir bien los salivazos. Ahí está la gran dicotomía entre hombres y también entre mujeres: el pegar el salivazo bien o pegarlo decepcionante.
Es casi seguro, aunque todavía no hay evidencias que lo confirmen, que los del salivazo noble y compacto tiran de cremor tártaro para ayudarse.
El cremor tártaro es en realidad bitartrato de potasio (ver molécula en la ilustración) y tiene mucho uso en cocina.
Los grandes cocineros pegan, pues, buenos salivazos. Otro motivo para recelar de ellos y, desde luego, insultarles a respetable distancia.
2 feb 2010
Escamas del fascismo
Las bandas de música que tanto esplendor dan a las fiestas de todo tipo que florecen en este rosicler que es la Comunidad Valenciana, están en su mayoría instaladas en una inercia anestésica, que se contagia al público en general, y que consiste en la interpretación del Himno Nacional (sin letra: chinta chinta) tanto a la salida como a la entrada de las imágenes de los santos y santas patronos de los pueblos.
Da susto, parece que va a salir el general bajo palio; pero, claro, hay santos que todavía conservan honores militares o municipales: generalatos o varas de mando.
El Santo Sacramento recibe aún honores de capitán general y la presencia de piquetes de la gloriosa infantería española o del benemérito instituto en las procesiones de mayor tronío, es hoy (siglo XXI) una constante.
¿Qué van a hacer los músicos? Arrancarse con el chinta chinta, naturalmente.
Da susto, parece que va a salir el general bajo palio; pero, claro, hay santos que todavía conservan honores militares o municipales: generalatos o varas de mando.
El Santo Sacramento recibe aún honores de capitán general y la presencia de piquetes de la gloriosa infantería española o del benemérito instituto en las procesiones de mayor tronío, es hoy (siglo XXI) una constante.
¿Qué van a hacer los músicos? Arrancarse con el chinta chinta, naturalmente.
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