14 feb 2011

La incesante navidad

El cerrajero dio paso a la comitiva judicial y los ojos de todos se acomodaron a una luz extraña de un tono general rojizo. 

Lo que se descubrió allí era la intemporal Navidad. Las ventanas estaban enmarcadas en espumillones, un Belén empolvado lucía intermitencias, ora en el portal, ora en el castillo de Herodes; el árbol que se había inclinado un poquito, también lanzaba destellos y de un aparato musical brotaba un villancico en inglés.

Hacía bastante calor no solo porque era mayo, sino por la iluminación navideña que caldeaba el cerrado ambiente.

Lo peor fue el olor a putrefacción que venía desde la habitación donde encontraron a don Perpétuo Adviento, fiambre desde hacía quince días y aferrado –como muchos- a lo que siempre le había hecho feliz porque ya no le quedaba nada.

No hay comentarios:

Publicar un comentario