1 feb 2011

León Trujillo



 Esta es la breve historia de un hombre que nació en Cañuelas, muy cerquita de Buenos Aires, el año de 1859 y vivió apaciblemente disfrutando de su familia en la pampa amena y hermosa.

Con el despacho de teniente y veinte pujantes años, León Trujillo Volpini tomó parte en una campaña militar, que se gestó en lo que toca a la estrategia y la teoría social y política, en el palacete colonial que su familia tenía en Cañuelas y cuyo objetivo era darse prisa en conquistar lo que los ingleses codiciaban.

Antes de partir hacia el desierto con las tropas del coronel Levalle, contrajo matrimonio con una de las hijas de un gran amigo de su padre que por aquel tiempo gozaba del más alto prestigio nacional. La boda, se puede imaginar, fue un acontecimiento social muy notable pero la luna de miel duró poco porque las fuerzas militares se movieron rápidamente hacia el sur.

Cuando comenzaron las hostilidades, León Trujillo quedó apercibido de dos cosas: por una esquela que el correo le trajo desde Buenos Aires, que esperaba un hijo y por el informe oficial de la Comisión Científica, que los nativos valían más muertos que vivos; así que, con la ilusión de lo primero se lanzó a lo segundo como un Pizarro redivivo.

En todos los frentes el ejército actuó con enorme diligencia por lo que la Conquista del Desierto finalizó en el Cabo de Hornos de manera tan exitosa que la Argentina triplicó su territorio y entonces es cuando empezó lo mejor que tienen las conquistas: el reparto.

León Trujillo Volpini, que era yerno del ministro de la Guerra, obtuvo dos ascensos por los muchos méritos logrados y terminó la campaña contra el indio como comandante y propietario de una extensión de terreno tal que desató las envidias de sus correligionarios. Hasta se empuñaron revólveres aunque sin mayores consecuencias, gracias a las veladas amenazas de consejo de guerra sumarísimo que llegaron por conducto reglamentario.

Tras una estadía en la capital, durante la cual su primogénito Napoleón Trujillo Roca tomó la primera comunión, la familia preparó su traslado a la pampa para establecerse en una estancia muy bella llamada La Inglesa.

León Trujillo se convirtió en ganadero en un momento dulce porque la industria frigorífica había llegado ya a los barcos que cruzaban el Atlántico y la carne del vacuno argentino era muy apreciada allende las fronteras donde, por otra parte, se estaba cociendo un descomunal conflicto que asolaría Europa.

Nuestro hombre sabía muy bien que en río revuelto las ganancias son para los pescadores, así que movió los resortes de su agencia comercial de Plymouth (Reino Unido) y en poco tiempo su fortuna pasó a ser una de las más importantes de la república. Dar de comer al hambriento a veces tiene esas cosas.

Terminó sus días felizmente, bajo el cielo limpísimo de la pampa, como respetado patriarca y ganadero modelo.

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