Basta con que mencione usted que gusta de la zarzuela o de las jotas bravías, para que aparezca en el rostro de su interlocutor lo que se llama "sonrisa piadosa".
Inspirará enseguida, el paternal amor tierno y comprensivo de quien, sin descender de su pedestal, se compadece caritativo del bruto. Como si detrás de Mari Pepa y Felipe solo hubiera sopas de ajo y vinacho de taberna; como si jota fuera sinónimo de pan con aceite y sal cuando ya se está ahíto de foie.
Cierre los ojos el amable lector y escuche esta jota para ver si advierte tocino y garbanzos en ella.
Bravo!!! Lo mismo pasaba hace no mucho tiempo cuando de buena fe se confesaba con ingenua sinceridad ponderar el arte de Camarón o Paco de Lucía, y aparecía esa sonrisa...
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