La septuagésimo
cuarta edición de la feria del libro de Madrid nos trajo clasicazos como las
colas de bobos esperando que Pérez Reverte les firmase alguna tabarra, las loas
a la dieta vegetariana por parte de la realeza y otros tópicos primaverales.
Fuera de la zona
iluminada por los potentes reflectores del recopetín, esta feria nos mostró un
verdadero tesoro que viene a iluminar una oscura falsedad. Se trata de la
biografía póstuma de Nieves Piris Escalante, un nombre que nada nos dice como
tampoco nada evoca. Se trata de una persona anónima, que lo hubiera seguido
siendo de no ser por el denuedo con el que su sobrina Encarnación la ha sacado del
olvido.
Nieves Piris
nació en Cullera (Valencia) justo cuando terminaba la regencia de
María Cristina de Habsburgo. Huérfana de padre, que había muerto en Camagüey
(Cuba) al caerse de un caballo, se trasladó a Madrid donde entró a servir en
casa de los Klein, unos franceses adinerados, que con el paso del tiempo la
convirtieron en cocinera gracias a las dotes culinarias que desde el primer
momento demostró.
Cuando la hija de
los Klein contrajo su segundo matrimonio, Nieves pasó a ser su cocinera. Como
sabía leer y escribir, anotó a lo largo de los años todas las recetas con las
que alegraba el paladar de la familia Ortega, pues ese era el apellido del señor
de la casa. Con lo que quedó de esas notas y otros escritos, Encarnación Valls ha construido su
biografía y, de paso, ha desmontado un mito.
Nieves Piris había
reunido un total de mil ochenta recetas de cocina mientras sirvió en casa de la
hija de los Klein. En 1970, a los sesenta y un años, perdió la memoria y la
capacidad de caminar por causa de una demencia vascular. En esas condiciones,
doña Simone su patrona, decidió dos cosas: ingresarla en una residencia que las
Hermanitas del Cordero tenían en Pozuelo de Alarcón y hoy es una urbanización
de lujo; la segunda decisión fue publicar el fantástico recetario que Nieves
guardaba en dos cajas de puros Partagás.
Encarnación Valls Plumed, catedrática
de ética en la Universidad Católica de Lovaina y sobrina de Nieves Piris, nos brinda
en esta biografía una visión “aquilatada”, según sus propias palabras, “de una
realidad para la que no buscamos sino el simple reconocimiento que restablezca
la paz en este conflicto intelectual”