12 jun 2015

Nieves Piris

La septuagésimo cuarta edición de la feria del libro de Madrid nos trajo clasicazos como las colas de bobos esperando que Pérez Reverte les firmase alguna tabarra, las loas a la dieta vegetariana por parte de la realeza y otros tópicos primaverales.

Fuera de la zona iluminada por los potentes reflectores del recopetín, esta feria nos mostró un verdadero tesoro que viene a iluminar una oscura falsedad. Se trata de la biografía póstuma de Nieves Piris Escalante, un nombre que nada nos dice como tampoco nada evoca. Se trata de una persona anónima, que lo hubiera seguido siendo de no ser por el denuedo con el que su sobrina Encarnación la ha sacado del olvido.

Nieves Piris nació en Cullera (Valencia) justo cuando terminaba la regencia de María Cristina de Habsburgo. Huérfana de padre, que había muerto en Camagüey (Cuba) al caerse de un caballo, se trasladó a Madrid donde entró a servir en casa de los Klein, unos franceses adinerados, que con el paso del tiempo la convirtieron en cocinera gracias a las dotes culinarias que desde el primer momento demostró.

Cuando la hija de los Klein contrajo su segundo matrimonio, Nieves pasó a ser su cocinera. Como sabía leer y escribir, anotó a lo largo de los años todas las recetas con las que alegraba el paladar de la familia Ortega, pues ese era el apellido del señor de la casa. Con lo que quedó de esas notas y otros escritos, Encarnación Valls ha construido su biografía y, de paso, ha desmontado un mito.

Nieves Piris había reunido un total de mil ochenta recetas de cocina mientras sirvió en casa de la hija de los Klein. En 1970, a los sesenta y un años, perdió la memoria y la capacidad de caminar por causa de una demencia vascular. En esas condiciones, doña Simone su patrona, decidió dos cosas: ingresarla en una residencia que las Hermanitas del Cordero tenían en Pozuelo de Alarcón y hoy es una urbanización de lujo; la segunda decisión fue publicar el fantástico recetario que Nieves guardaba en dos cajas de puros Partagás.

En 1972 salió a la calle un libro que todavía se vende como el agua y del que Nieves Piris nada supo pues falleció en noviembre de 1971.

Encarnación Valls Plumed, catedrática de ética en la Universidad Católica de Lovaina y sobrina de Nieves Piris, nos brinda en esta biografía una visión “aquilatada”, según sus propias palabras, “de una realidad para la que no buscamos sino el simple reconocimiento que restablezca la paz en este conflicto intelectual”

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