DOMINGO DE RESURRECCIÓN
Húbose parado el viento.
Reinaba tan gran silencio
que hasta el mismo pensamiento,
las sinapsis detenidas,
callaba con gran aprecio
y las dos almas dormidas
de los custodios romanos
aflojaron de sus manos
las armas tanto temidas.
Al ver esto dos gentiles
de moralidad muy laxa
les guindaron borceguíes,
correajes y braslises
y desde luego la capa.
Desnudos, si bien dormidos,
para cuando aquella losa
pesada de ocho mil kilos
moviose suave y donosa
los legionarios estaban.
Dos ángeles comisionados
que para el caso llegaban
viendo a los tiernos efebos
en tal manera ofrecidos
o por causa que no sé
sin pensar echaron mano
a su árbol de Jesé
y aquello, si no Gomorra,
Sodoma creo que fue.
Pero ya la piedra aquella,
su camino concluido,
había dejado paso
al Cristo Santo redivivo
que viendo a esos salaces
tuvo en la mente un instante
el dejarse de romances
para hacerse protestante.
Pero como ya su madre,
el del Ocaso y un pater
(junto con un dulzainero
tocando un Stabat Mater)
se acercaban bullangueros,
repartioles tantas hostias
a aquellos degenerados
que creyendo que llegaba
su primera comunión
disolvieron muy contentos
su lúbrica reunión.
En llegando Nicodemo
y José de Arimatea
dieronse a la mistela
y a los dulces de Judea.
Consumiérolos de pie
y sin saberlo inventaron
lo que llaman "cofibré"
Achispados dos de Tebas
y borrachos los judíos
para evitarse más líos
frente a la curia romana
presto tomaron montante
marchándose en comadilla
en dirección a Alustante.
Y, vuelta la burra al trigo,
sólo quedose Jesús
resucito aunque muy triste
pensando en la de Magdala.
"Ay, que mozuela tan maja"
Y dichas estas palabras
cogió y se hizo una paja.
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