Andan sin norte pastores
y hasta los Magos de Oriente
pues no hallan el referente
para ser adoradores.
Esto, por sí, suena duro
mas por allí estaba oscuro
como los versos siguientes
lo dirán a buen seguro.
San José, hombre prudente,
(en números, un figura)
repasaba una factura
de aquel belén sin igual.
Tan profuso era de luces,
si contamos las bombillas
y la montaña de estrellas,
que era vero via crucis
cada mes poder pagar
el recibo que libraba
Eléctrica del Jordán.
Decidió pues apagar
aquella galaxia entera
y se iluminaba solo
con el cabo de una vela.
Así, ni el pobre angelico
pudo encontrar el camino
(lo que le importó un comino
pues se fue de vaquerizo
con la de la Finojosa).
La oscuridad era frondosa;
ni la excursión de Casinos
pudo entregarle sus vinos,
turrón ni cualquiera cosa.
En un belén tan oscuro
empezó a pasarse apuro.
Ya se auguraba un mal año
cuando Karlos Arguiñano,
junto con los de Avecrem,
les llenó de sopicaldos
de sobre a tutiplén.
Y con eso se arreglaron
pues los obispos glotones
a otro lado miraron
comiendo ricos capones.
Saque usted la moralina
de este tonto disparate
compuesto por un orate
y con fraterna alegría
absuélvale su osadía
y tómese un chocolate.
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