El espíritu humano atraviesa, con el decurso del tiempo, diferentes disposiciones del ánimo que cristalizan o no pero asaltan al hombre desde dentro o desde fuera. Hay, no obstante, otros estados de ánimo que son inducidos como el anestésico, el eufórico por embriaguez o el melancólico por acción de la música bien escogida.
Pues bien, existe un estado de ánimo que consiste en una enorme sensación de vacío, atemporalidad y moderado estupor que puede inducirse mediante la sola visión de los dibujos animados que la desaparecida Unión Soviética legó a la humanidad.
Quien no lo crea, que pruebe.
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