Como las
estalactitas, las amistades se forman tan lentamente que al pasar revista al
tiempo del que datan, resulta imposible hacer precisiones. Teodoro Golfín y José Ido mantuvieron durante sus
vidas una inquebrantable amistad que se forjó en Alcalá de Henares
durante la primera mitad del siglo XIX.
Teodoro Golfín
estudiaba medicina y todos los días a la misma hora pasaba por la puerta de una
librería de viejo que atendía José Ido, escritor de folletines e hijo del
dueño. En el instante muy breve de cruzarse el estudiante y el escritor,
intercambiaban un “buenos días”. Eso fue así desde 1820 al otoño de 1823. Aquel
jueves, Teodoro Golfín, tras el intercambio de “buenos días” con José Ido, hizo
una pausa dramática y añadió: “parece que refresca”.
No hay comentarios:
Publicar un comentario