Bruno Oteiza, tuvo su momento de esplendor en una emisora de televisión en la que parloteaba sobre cocina.
Pero no merecería entrar en esta sección, poblada por insignes botarates, si no fuera porque durante un verano propuso cocinar una piel de rape.
El proceso que se debía seguir para conseguir ese plato barato y muy rico, era digno de la industria del curtido y por suerte llevaba una compaña comestible que permitía, alegremente, arrojar a la basura la mierda de piel de rape que, no sin dificultades, nos invitaba cocinar.
El proceso que se debía seguir para conseguir ese plato barato y muy rico, era digno de la industria del curtido y por suerte llevaba una compaña comestible que permitía, alegremente, arrojar a la basura la mierda de piel de rape que, no sin dificultades, nos invitaba cocinar.
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