4 mar 2010

Artículos de broma

Uno de los signos más notables de que nos encontrábamos en plena Navidad, era ira a comprar, entre la humedad y el frío, los pertinentes artículos de broma a una tiendecita que radicaba en la calle de Moratín.

Si la misma existencia de una tienda dedicada a los bromistas y amantes de los juegos de sociedad, constituía un misterio, no digamos lo que era el hecho de que dos empleados atendieran el negocio. Increíble, pero en aquellos tiempos infantiles un padre de familia muy bien podía trabajar en una tienda de artículos de broma.

Lo chulo era volver a casa con las bombas fétidas, los polvos de estornudar o el líquido de frío y calor para poder hacer la puñeta en las reuniones familiares o en misa.

Y eso era una parte importantísima de las fiestas navideñas que, por lo demás, transcurrían con más tedio que otra cosa, en ese tiempo perdido y jamás recuperado que nos ofreció el último tramo amargo de la dictadura.

No hay comentarios:

Publicar un comentario